Se trata del mismo virus, que presenta diferencias
genéticas que permite clasificarlos en dos tipos diferentes o “serotipos”. Sin
embargo, sus genomas tienen, solamente, un 45% de similitud; de hecho se piensa
que el VIH-2 “saltó” en África de los simios al hombre.
La diferencia funcional entre los dos virus es que
el número de VIH-2 circulantes en el organismo es menor (suele ser frecuente
una viremia en plasma muy baja), porque este tipo de virus evoluciona más
lentamente; por ello, su periodo de incubación es más largo, aunque ambos
serotipos, finalmente, acaban causando el Síndrome de Inmunodeficiencia
Adquirida (SIDA).
El
modo en que se transmiten ambos virus también es el mismo, aunque por las
razones antes mencionadas, la probabilidad de infectarse con el VIH-2 es menor.
De hecho, la transmisión de VIH-2 por vía sexual es aproximadamente unas 5
veces menor que el VIH-1. De forma similar, la transmisión vertical de madre a
hijo del VIH-2 es muy poco frecuente.
El
VIH-1 es el responsable de la epidemia mundial de SIDA, mientras que el VIH-2
es endémico del África Oriental, de países como Senegal, Gambia, Liberia, Ghana
o Nigeria.
Son muy pocos los casos descritos de VIH-2 fuera
de estos países, pero es obvio que los flujos migratorios actuales favorecen la
expansión de su área de influencia.
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